jueves, 27 de agosto de 2009

JAQUE MATE

PARTE III


OTRO TABLERO


En la otra entrevista, Pedro Lamas expresó: "Mi padre, mi madre, mis dos hermanos jugaban ajedrez; por mi sangra corren piezas de ajedrez. Pero primero está la familia". Cuando le pregunté de dónde era, me dijo: "Nací en Montevideo hace 67 años, pero adopté a Minas como mi tierra". Te convido, lector, a conocer y apreciar su historia.

Cuando era pequeño se trasladaron a Minas. Ahí aprendió a jugar y a competir; desde entre las sierras conquistó su primer campeonato nacional; ahí formó su hogar con Norma, quien también aprendió a jugar, y le regaló cinco hijas. Cuando llegó el tiempo de que sus hijas estudiaran, toda la familia vino a Montevideo. Aquí lo encuentro, pero dos de ellas y Norma descansan ya en su suelo adoptivo. Clarisimos ojos celestes, pelo blanco abundante, con yeso envolviendo su muñeca y mano derecha por un tropezón en la vereda.

Te preguntarás qué tiene su historia de especial -aunque todas lo sean- para ser presentada después de la de Mario, construyendo ciudadanía en las escuelas ....

GAMBITO2 DE .... TIEMPO


Pedro, campeón nacional nueve veces, maestro, juez internacional, representó a Uruguay varias veces ante otras naciones. Pedro también enseña ajedrez en el Complejo Penitenciario de Santiago Vázquez.

La realidad carcelaria condiciona su tarea, así como la de los maestros y profesores, de alfabetización, computación y teatro. La cantidad de reclusos, la mayor o menor severidad en los módulos según las circunstancias, el interés variable de los internados, e incluso la buena voluntad de los funcionarios.



"El ajedrez es un deporte ideal, en cierto sentido, para el ambiente de las cárceles. Si Ud. quiere torturarse, intente pasar una hora quieto, sentado, sin hacer nada. ¡Peor: un día sin poder hacer nada! Y así durante años .... El ajedrez es económico, y quien lo juega no molesta, ocupa poco espacio, hace algo que lo distrae y lo educa. Es un juego que permite triunfar y sentirse reconocido. He visto su emoción al recibir un trofeo, y también vi llorar a un preso, que en diez años no tuvo visitas ni regalos, cuando recibió un juego de ajedrez para jugar en la planchada... Según los códigos de ese ambiente, las personas que cometieron ciertos delitos son despreciados por el resto. A veces, ocurren agresiones muy violentas, pero nunca suceden durante el juego de ajedrez: ni siquiera una grosería.


"Cuando veo que alguno tiene ganas de jugar y aprender, le regalo algún jueguito. Porque así puede enseñar a otros, y ésos también a otros. Y la gente está mas serena, y el ambiente mejora ... Hay algunos que llegan y dicen 'yo se jugar'. Entonces los hago enfrentarse con uno de mis alumnos que seguramente los vence. Y eso los estimula a estudiar para superarse ... La segunda enseñanza para la vida es aprender a 'mantener la posición': enseña a defender lo bueno que se ha conquistado aunque cueste, para apostar a cosas mejores. También aprenden que quien comete un error y quiere justificarlo, cometerá otros errores mas gruesos, todavía. Pero si inmediatamente después de mover, alguien advierte que cometió un error, debe corregirlo en la jugada siguiente. En la vida ocurre lo mismo".

"Otra enseñanza del juego es aprender a buscar variantes, a encontrar salidas. '¿Y al salir de aquí -les pregunto- qué vas a hacer? ¿Dónde vas a ir? ¿Vas a volver con tu hermano? ¿Y que hace tu hermano? ¿Y cuántas veces estuvo tu hermano aquí? Entonces, ¡vos también vas a volver!'. A veces, alguno se da cuenta que tiene que irse a otra parte con su familia, a cultivar cualquier pedacito de tierra en otra parte, un lugar donde no se sienta conocido y presionado a volver a lo mismo. Ése es el COMCAR que yo conozco mucho mejor que el de la violencia".

Tomado del boletín Salesiano de agosto de 2009.

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